Pasar de estar entre algodones empapados a llevar cómodamente una copa

(Chicos, discúlpadme pero hoy hablamos de nuestras cosas, podéis obviar este post y ver sólo el vídeo de South Park, que seguro que os mola más ;D)

Cada vez que veo esos anuncios de compresas, aunque sea esa nueva Devoraolor, me retrotraigo a mi adolescencia y me hago cruces de que aún muchas mujeres sigan llevando esos pañales entre las piernas en pleno siglo XXI.

Voy a hacer una excepción en honor a un par de amigas que han sido madres y me han aclarado que después de parir vuelves a necesitarlas porque, o bien no puedes meterte nada en la vagina durante la cuarentena, o bien, simplemente, nada es suficiente para absorber el flujo de la regla después de dar a luz por la vía natural. Salvado ese caso, insisto, no puedo entender que una parte muy importante de las mujeres del mundo no haya cambiado ya las compresas, sean absorbentes, con alas o incluso de algodón (vaya martirio a todos los niveles) por tampones o por la dichosa y milagrosa copa menstrual.

Lo de los tampones no tiene excusa. Que les da miedo, que les hace daño, que si se les queda dentro. Pero vamos a ver, ¿son todas vírgenes? Porque señoras, si por ahí cabe un pene, y la inmensa mayoría son más grandes que un tampón super plus o la moon cup de silicona, que se adapta a la medida de la vagina, ¿cómo van a tener problemas por usarlos?

Luang Prabang, en Laos

Luang Prabang, en Laos

La última vez que tuve que usar una compresa de esas fue en Laos. Problemón. No encontraba tampones por ningún lado. Al día siguiente tenía contratada una excursión en kayak en la que inevitablemente me iba a mojar hasta las axilas, y con una compresa aquello se podía hinchar y empapar como un algodón del que usamos para curar. Así que emprendí una búsqueda por todo Luang Prabang hasta que encontré una farmacia, donde la farmacéutica, milagro divino, había estudiado en Europa y había reparado en la necesidad que podíamos tener las turistas de disponer de tampones en tan ‘anticuado’ paraje salvaje. Menos mal, porque ir en elefante y remando por el río Mekong con semejante pañalote era cualquier cosa menos cómodo.

Después de mi viaje me enteré de la existencia de la copa menstrual. A buenas horas, con la cantidad de dinero y de peso que me habría ahorrado, cargada con cajas y cajas de tampones en la mochila de país en país, por si en el siguiente destino no tenían.

Me la compré y fui feliz.

Se acabaron los desbordamientos, las sorpresas de haberme olvidado los tampones en casa (sí, soy de las que me olvido de que soy mujer) y darme cuenta ya en un bar a las tantas de la madrugada, teniendo que pedir prestado a camareras o clientas. Con la copa, vas al baño, te la quitas, la lavas y te la vuelves a insertar tan campante.

Con la copa me puedo olvidar de que formo parte de ese porcentaje de la población que sangra una vez al mes durante 5 días sin morirse, como decían en South Park. Es que duermo del tirón sin que el caudal me supere, evitándome tener que dormir con la fundita del colchón impermeable como los niños. Fina no sé, pero segura y limpia, me siento un montón.

Tanto si has parido, si eres de vagina china, o sea, estrechita, como si lo tuyo es como la Puerta de Alcalá, hay una talla para todos los tamaños, o sea que no tienes argumentos para no probarla. Si no te convence, habrás perdido unos 20 euros, que es mucho menos de lo que te vas a gastar en compresas o tampones a lo largo de tu vida. En cambio si te gusta, que estoy convencida, no volverás a gastarte un euro en algodones nunca más. Porque vaya presupuesto mensual, como se nota que los gobernantes son tíos y no tienen que pagar por ello, si no, ya les habrían quitado el IVA hace siglos.

La Copa Meluna

Para que no os perdáis entre los varios productos que hay en el mercado, os recomiendo la copa Meluna, que tiene el chirimbolo para introducirla y sacarla en versión anillo y es mucho más cómoda de agarrar que el pichorro puntiagudo (que no sé por qué se llama modelo pezón) y no se te clava. Porque oye, ahí adentro, si se te tiene que clavar algo, que sean otros entes más agradables.

Vosotras haced lo que queráis, pero ya tenemos bastante con el síndrome premenstrual y los dolores menstruales como para encima sufrir sudores, olores, incomodidades y manchas varias, no?

Un comentario

  1. Por enésima vez hago de lectora indeseable de tu blog para opinar a la contra…. ¡me da un poco de asco la campanita esta! las compresas también, no veo una desde los 16, creo.

  2. Joer Eli, la caña! No lo conocía y Quiero uno!!!!
    Voy a decirle a una amiga que me viene a ver que me lo compre y me lo traiga.
    Y que curioso, a mi el año pasado en Mui Ne (Vietnam) dando clases de surf me pasó lo mismo y me costo horrores encontrarlos.
    Pideles a esta gente de copa meluna comisión, q se lo voy a pasar a mis amigas!
    Besazo y gracias por tus posts! Como molan nena!

  3. Yo tuve la suerte de conocerlas hace ya… puff… muchos años!!! Gracias a una amiga ecologista hasta la locura, ella las defendia mas que por comodidad e higiene, por ecologismo!!! No mas celulosa malgastada!!! Lo cierto es que tiene aun mas ventajas, gracias a la ausencia de coagulacion, no hay malos olores!!! genial, no???

  4. Yo la uso hace ya dos años y soy tan fan que la recomiendo cada vez que puedo. Sobretodo si como yo tenéis tendencia a tener infecciones de orina compaginadas con cándidas; mano de santo 🙂

  5. Pingback: Copa Meluna

Y tú qué opinas?